Adri Humo (@humocefalo)

Lecturas: No seas tú mismo (4)

Esta es la cuarta parte de mis apuntes sobre "No seas tú mismo: apuntes sobre una generación fatigada". El resto están en el blog. Al final del post encontrarás un link a la siguiente y anterior parte.


Memes depresivos y autoayuda

Sobre la figura del suicida: Hasta 1817 la palabra "suicidio" no es la palabra oficial para denominar al acto de matarse intencionadamente. Ha habido muchas maneras de nombrar esto, pero la elección de este término «es índice de un sutil tránsito que pone el foco en el sujeto que comete el crimen... contra sí mismo (el sui de suicidio)».

«¿Por qué representamos lingüísticamente el darse muerte desde la descomposición del "sí mismo"?». 1

Me pregunto si quizás no habría que ver el suicidio como un ataque hacia al organismo social que formamos todos, al sistema. Un enfoque desde cómo el resto de la humanidad me afecta y conforma, un "con que haya una persona suicidándose en el mundo, mi libertad y felicidad no podrá ser absoluta".
Está claro que el tema del suicidio es un problema social, por mucho que se insista en también culpabilizar al individuo. Como dice Sara Ahmed, las formas de infelicidad deben ser politizadas porque el concepto de felicidad es solo un recipiente ideológico y, si no politizamos el malestar, nos negamos y negamos sus causas sociales, privatizamos el dolor y patologizamos su expresión. «La infelicidad tiene un estructura».
El suicida va en contra del sujeto productivo y desvela que la pregunta por la felicidad es inseparable de la finitud y de la vulnerabilidad del cuerpo.

Esta figura, en relación a las redes sociales, nos puede llevar a los ya tan difundidos memes depresivos, en los que se expresan grandes malestares bajo capas de ironía soportadas por una estética despreocupada (tiene un poco energía de purpurina, la verdad). Lucie Chateau dice algo muy interesante en contra del carácter disruptivo con el que suele clasificarse este fenómeno cultural: estos memes son en realidad la perfecta alianza entre el discurso terapéutico de la autenticidad (¡sé tú mismo!) y el discurso neoliberal de la autoexplotación (¡produce!). Para intentar levantar las capas de ironía y, por tanto, de falsa autenticidad, vienen los memes saludables (wholesome memes), que pueden caer en dos vertientes: o bien replican el discurso de la autoayuda en el que, con un aura amable, se hace responsable al sujeto, o bien señalan las condiciones sociales del malestar. Todo análisis debe ser politizado desde el punto de vista social, nunca privado ni individual. Esto marca la diferencia entre hacer memes saludables que perpetúan la misma mierda y hacer memes saludables que abren una posibilidad de emancipación. Respecto a esta idea de la posibilidad, tiene mucho sentido comentar lo que hablábamos Raquel y yo el otro día sobre la imaginación y la posibilidad:

La belleza y fuerza de la imaginación es triple:
Por un lado, tiene el poder de abrir posibilidades. De hecho, es en sí una apertura, la primera apertura que posibilita que un niño introduzca las manitas y expanda el hueco, lo despliegue.
También es una forma de orientar la mirada y la atención. Si yo he desbloqueado, a través de la imaginación, la posibilidad de un mundo mejor, mi atención es más capaz de atender a aquello que imposibilita ese mundo mejor, aquello normalizado que antes permanecía oculto y formaba parte de mí. Imaginar es deshacerse de "uno mismo".
La imaginación no es exclusivamente un ejercicio de la mente, sino también, incluso en mayor medida, el ACTO de generar lo distinto, el ACTO de abrir un posible imperfecto, incluso inocente. Es decir, no es solo una cuestión de estar en casa pensando y pensando, con la cabeza humeante, hasta encontrar el plan perfecto para un mundo mejor. Es una cuestión de abrazar la posibilidad nimia, la diferencia microscópica, para hacerla más grande, más posible o más visible.
La elección de romper, por ejemplo, una mesa, no debe estar solo relacionada con si esa mesa es de alguien o alguna cuestión moral parecida. Es más una cuestión de imaginación, de preguntarse si queremos un mundo en el que rompamos mesas. Hacer algo abre la posibilidad de reproducir ese hacer. Debemos abrir constantemente las posibilidades de los mundos que querríamos habitar.

¿Qué es la autoayuda? Cuatro perspectivas:

  1. Una pseudociencia que dice ayudarte a llevar una vida más sana y feliz.

  2. Una industria cultural que conceptualiza la felicidad como un bien de producción y consumo encarnado en los propios libros de autoayuda.

  3. Un código de civilización psicológico-positivo. La autoayuda como algo principalmente prescriptivo.

  4. Retórica destinada a seducir al consumidor con el objetivo de que este transforma su vida de acuerdo con las ideas que le proponen. (normalmente trasforma su vida de una manera en la que la autoayuda como industria se sigue beneficiando)

  5. Añado un quinto de la autoayuda como promesa: ¿qué diría Marina Garcés (El tiempo de la promesa)?

Aunque la autoayuda con frecuencia sea vista de forma crítica desde la superioridad (yo incluido), como una broma de mal gusto que se tragan unos pocos bobos, lo cierto es que es interesante y acertado el punto de Eudald: la cultura de la autoayuda dispensa unas ideas que definen la estructura moral del individuo, y eso dirige también nuestras expectativas sobre cómo debemos relacionarnos y qué debemos conseguir para una vida buena.

El autor, desde un punto de vista ético, decide definir la autoayuda como un ideal absoluto y voluntarista de felicidad.
Absoluto porque no concibe la existencia de malestares y solo los consideraría en tanto qu no-felicidad, puesto que la felicidad solo existe como plenitud. Esto puede llevarnos a resignificar toda nuestra experiencia como infeliz (me pasa) y a patologizar toda conducta contraria a este ideal de expansión indefinida.
Voluntarista porque no dependería de las condiciones materiales o anímicas de cada individuo, sino de su voluntad de crecimiento frente a todo lo que depende de él: como no se consideran las condiciones materiales o anímicas, pasaría a depender de él absolutamente todo y la realidad se vuelve una expresión de su propia voluntad. Exacto, es la lógica de la archiconocida ley de la atracción de El Secreto. Todo lo bueno y lo malo es solo gracias a nosotros o solo nuestra culpa.

Los discursos terapéuticos esconden una lógica tan retorcida que es imprescindible defender nuestro malestar por fuera de sus marcos. Una dolencia, de cualquier tipo, es una dolencia que merece ser atendida (como mínimo escuchada, acogida) por los demás, independientemente de si entra o no bajo una etiqueta patológica. ¿Os suena eso de contar un problema y que la respuesta sea "podrías ir al psicólogo"? ¿Tan desvinculados estamos de los demás que no vemos nuestra capacidad, completamente real, para escuchar, acompañar y ofrecer un lugar a las dolencias de los demás? Podemos convertir nuestro malestar en una defensa política, una queja activa que desvele lo colectivo del lamento:

«El disgusto incomoda, arruina las veladas. Los hombres que dicen que por culpa del movimiento feminista "ya no se puede decir nada" y que aseguran vivir en una cultura de la cancelación no sufren, en realidad, ningún tipo de censura: simplemente pasa que ya no pueden decir lo que les venga en gana sin que las demás protesten, señalen sus comentarios y los pongan en cuestión. El feminismo les ha aguado la fiesta, y esto es justo a lo que se refiere Sara Ahmed al señalar el carácter subversivo de las pasiones tristes».

Desde luego, ya sea en la sección de autoayuda o en la consulta psicológica, este discurso terapéutico nunca te va a decir "claro! Tú lo que tienes que hacer es organizarte, luchar contra el perpetrador de tus condiciones, sindicarte, politizar todo, etc.", solo va a darte herramientas para poder aguantar la situación: gestión emocional y del estrés, meditación, respiraciones... No te ayuda a cambiar el contexto, sino a amoldarte a él. La mejoría en consulta se suele medir según la adaptación del paciente al dogma productivo: los medidores suelen incidir lo bien que te va en el trabajo, estudios, familia.... Por fuera de este marco está la patología


Lecturas: No seas tú mismo (3) / Lecturas: No seas tú mismo (5)


  1. Últimamente ando muy interesado en la exploración de la imposibilidad ontológica del individuo, del sí mismo. Adoro el concepto del continuarse que trata Marina Garcés en Un mundo común. También es interesante la lectura Todos somos líquenes, en la que se desmonta la idea del individuo desde la propia biología, lo cual es fascinante (y tan evidente!). 

Thoughts? Leave a comment