Adri Humo (@humocefalo)

El theremin y las tarjetas de crédito

Theremin El otro día, Raquel y yo fuimos al CaixaForum a visitar un par de exposiciones, pero terminamos en una actividad llamada "La magia del theremin". Pensábamos que se trataba de un concierto realizado con este etéreo instrumento, pero, al entrar en la sala, había varias filas con theremines pequeños, uno para cada miembro del público: era un taller práctico! Se nos hizo muy corto, pero fue fascinante tocar música en el aire, no sentir el tacto del instrumento.

Un par de días después, recuerdo nuestra experiencia como thereministas y mi mente la conecta con el futuro, con el éter, con la magia... y con las tarjetas de crédito.

Desde hace no tanto tiempo, los pagos con tarjeta se han disparado y el dinero es un numerito flotando en el cosmos digital. Esto también es, como el theremin, bastante mágico. Que algo calificado como bien material sea solo un concepto y tenga efectos reales sobre el mundo es pura brujería. Quizás esto ocurre con todo lo que existe por aquello de que somos animales simbólicos. Sea como sea, la cuestión es que la idea celestial del dinero lleva a concebir la actividad económica como una insinuación de divinidad. Y los acólitos de esta divinidad, nosotros, conectamos con ella no solo mediante los numeritos –la sangre–, sino mediante un conducto –el cuerpo– que nos acerque a ser también etéreos. Exactamente, estoy hablando del pago contactless.

El pago contactless, o pago sin contacto, conlleva una estética muy concreta, íntimamente ligada a las filias del tecnofuturismo. El futuro levita, es ligero, es mágico y delicado; la información es transportada en ondas que nos arropan y nos hacen la vida más fácil; ya no hay cables, no necesitamos la materia, tan solo acercarnos a la ligereza de lo divino. Pero, ¿cómo es posible algo tan mágico? La respuesta es: ocultando el artificio, diseñando una estética de la inmaterialidad.

Hablar por teléfono, mandar mensajes, pagar con tarjeta, escanear un QR o decirle a Google Home que ponga la tele son ejemplos de esta estetización. Si tan inmaterial es todo, ¿qué pasa con este mapa de cables submarinos monstruosos que nos dan acceso a internet? ¿quién los instala y los mantiene? Hay un intento por esconder la materia que todo necesita para ser posible porque también hay un intento por esconder los lugares de los que viene esta materia y las personas que son explotadas para obtenerla. La estética de lo contactless y la violencia blanqueada del capitalismo no están únicamente relacionadas, sino que son dos caras de la misma moneda, dos puntos de vista de un solo acontecimiento: en un lado hay violencia y sufrimiento, en el otro lado hay consumo y confort.

Esta estética nos acostumbra a consumir enajenados de todo aquello que hace posible el consumo. Nuestras calles son los ríos que van a dar al MediaMarkt, que es el consumir. Que por cierto, podríamos trasladar eso de "estar consumido", como algo preocupante para la salud, a la idea capitalista de consumir: estamos dejando al mundo consumido. Y no olvidemos que "el mundo" no es una idea abstracta, sino toda la materia y seres que vivos que hacen funcionar la vida.

Volviendo a la cuestión de la ocultación del artificio, está relacionada con algo que va mucho más allá de artefactos tecnológicos que supuestamente nos hacen la vida más fácil: personas que supuestamente nos hacen la vida más fácil. Estoy hablando de los servicios. Quienes limpian, transportan, te cogen las maletas o te cocinan, deben pasar con ligereza por tu vida. Deben poner todo su esfuerzo en alimentar la ficción de que existir es sencillo, pacífico, civilizado.

De hecho lo es. Existir es sencillo para quienes tienen poder y pueden forzar a su trabajadores-actores a mantener la ficción. Si tienes dinero, pagas la narrativa que mejor se ajuste a tu bolsillo. Desde el cliente que se cree con derecho a ponerse por encima de un camarero, hasta el megalómano de turno que quiere comprar la Tierra. Por no hablar de la ficción hogareña que las mujeres han tenido que mantener históricamente para que sus maridos vivan levitando entre cuidados. Al final es precisamente eso: quienes cuidan están en contacto directo con la materialidad de las cosas, intentando que nadie más vea el oscuro y repugnante lugar que sostiene la vida 1.

El theremin es un instrumento mágico y no tiene nada de malo. Lo inalámbrico es bastante mágico y no tiene nada de malo per se2. La cuestión es no olvidar que absolutamente todo es material: tiene cables, raíces, pelos, uñas, fluidos, barro y miles de elementos que lo hacen funcionar y estar vivo... ¿No es eso más mágico aún?


  1. Me viene a la mente que prácticamente podríamos afirmar que una mujer que se depila religiosamente también está "cuidando". Esconde o elimina la materia, el barro, la mala hierba, para que su entorno siga viviendo la ficción de que el mundo es un campo de golf. Sí, señores, los campos crecen naturalmente así, con césped raso y carritos eléctricos... 

  2. Aunque es importante entender que ningún artefacto es neutral JAMÁS. La fabricación de algo siempre responde a unos fines, a unos principios –o falta de ellos– y a unos intereses entremezclados con necesidades. 

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