Esta es la segunda parte de mis apuntes sobre "No seas tú mismo: apuntes sobre una generación fatigada". El resto están en el blog. Al final del post encontrarás un link a la siguiente y anterior parte.
Las tres jaulas y la promesa tecnológica
El autor habla de tres jaulas:
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Jaula de hierro: concepto de Max Weber para describir el proceso de desencantamiento del mundo, de conversión de todos los planos de la vida a formas de producción y eficiencia.
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Jaula de oro: reelaboración de la jaula de hierro hecha por Michela Marzano. Ya no es una jaula fría y gris, indeseable, ahora es una jaula que nos engancha, la deseamos a pesar de la evidente pérdida de libertad y autonomía: el capitalismo ya no es cadena de montaje, engranajes humanos, sino una exaltación de la creatividad y la diferencia enfocada a un marco competitivo y por tanto individualista. Los Juegos del Hambre.
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Jaula de purpurina: propuesta de Eudald Espluga. A modo de purpurina que recubre todo nuestro cuerpo, esta jaula coincide con uno mismo. Somos nuestro propio jefe, fábrica, máquina, trabajador. Autoexplotación. «La artificialidad [de la purpurina] es manifiesta y no está reñida con la expresión trágica» (es la estética de la serie de HBO Euphoria, por ejemplo)
El punto que Espluga quiere resaltar, que me parece más que acertado, es la prevalencia del trabajo como eje central de la vida humana independientemente de su ajuste a las distintas expresiones culturales y materiales de cada época. Es por tanto el trabajo como centro vital lo que hay que cuestionar y pensar, no tanto la forma que toma o deja de tomar en la era digital. Las fuerzas e intereses explotadores son los mismos, las empresas son las mismas. En el fondo no es tan difícil de entender, ya que toda decisión desde el poder, sea digital o analógica, también es tomada directamente por una persona. Toda elección debe pasar por un cuestionamiento ético: la ética escarba en las miradas involucradas en cualquier elección y cuestiona el marco epistemológico que se nos ofrece como único, abriendo bifurcaciones emancipatorias.
«Debemos romper la asociación entre trabajo y vida buena, entre trabajo y bienestar, entre trabajo y felicidad. Lafargue tenía razón: el amor por el trabajo es una depravación, una enfermedad socialmente inducida. Si la crítica deber ser ambiciosa, el eslogan es claro: no seas tú mismo»
[El concepto de "no seas tú mismo", ¿tendrá algo que ver con la idea de lo impropio, del anonimato, que Marina Garcés defiende en Un mundo común?]
Un ejemplo mencionado que adopta la lógica de la jaula de purpurina es el de Tinder:
«Lejos de ser una exhibición de cuerpos, un caliente mercado de la carne —como suponen los críticos conservadores de este tipo de app—, Tinder nos compromete con un conjunto de tecnologías del yo, con la disciplina métrica del alma, mucho más que del cuerpo, pues incluso cuando se trata de exponer nuestro físico lo relevante es el pensamiento estratégico que sostiene y justifica tal presentación. El contenido de la foto importa menos que el subtexto que tal elección expresa de ti mismo, de tu autenticidad (o de la falta de ella)»
El emparejamiento con personas similares a ti hace de aplicaciones como esta una buena representación en miniatura de la capacidad de contención de contradicciones del capitalismo: genera burbujas que, a su vez, generan en sus integrantes una ilusión de universalidad que ignora al resto de burbujas (incluido el mundo discursivo externo a la app), formadas por personas que pueden tener ideologías que atentan incluso contra la propia vida de otros usuarios. Es fácil vender vender una app como el colmo de la diversidad si la estructura interna de los servidores son cientos de cubículos identitarios aislados unos de otros. Esto ocurre en el resto de redes y, por supuesto en el mundo material. Es un orden estructural.
Más que enfocarse en la crítica de lo virtual, habría que romper el dualismo digital-físico, puesto que lo digital no ha traído nada nuevo, solo ha potenciado unas estructuras de poder que ya estaban y que se comportan exactamente igual que siempre.Además lo digital no es solo la IA o las redes sociales, sino que se cuela en nuestra cotidianidad en grados distintos: un electrodoméstico, por ejemplo.
Un gran ejemplo es la "revolución del ocio" que significaron los lavavajillas y las lavadoras cuando llegaron a los hogares. No solo no hubo ninguna revolución, ningún tipo de libertad extra para, en este caso, las mujeres del hogar, sino que se reafirmó mucho más la división sexual del trabajo y aumentó la producción, en lugar de ayudar a reducir el tiempo dedicado a las tareas domésticas. Pienso mucho en mi madre con la Roomba: no solo hay que despejar el espacio para que llegue a cada recoveco, sino que mientras está activa, mi madre está atenta a ella, mirándola directamente o a través de una app en la que aparece nuestra casa mapeada y un puntito que marca la ubicación del robot de limpieza. A pesar de comprarla, todos los jueves sigue viniendo una mujer a limpiar nuestra a casa por la mañana. La airfryer más de lo mismo: su aparición quiere agilizar la preparación de comida, pero no es una tecnología nueva, es un horno eléctrico pequeño, optimizado. Tardar menos en hacer la comida, como si fuera molesto dedicar tiempo a satisfacer nuestras necesidades primarias, tiene que ver, por supuesto, con aumentar el tiempo que pasamos en el circuito productivo, sacrificando el tiempo que dedicamos a lo más básico del vivir.
Las necesidades humanas, para el sistema, son improductivas, ya que solo sirven para vivir mejor. Por eso quiere colar sus métricas ahí también. Próximamente seguro que llegan váteres inteligentes que valoran el color y consistencia de tus heces y orina, así como el tiempo que tardas en expulsar los desechos. Vamos, que ya dormimos con pulseras que miden nuestro ritmo cardíaco, tiempo de sueño profundo y superficial, y valoran nuestro descanso. Los consejos que da la app para descansar mejor solo tienen que ver con decisiones individuales que sacrifican el tiempo libre, como irse a dormir antes, pero nunca van a recomendar dejar el trabajo o encontrar una red de vínculos en la que apoyarse para afrontar una vida llena de fatiga.
«La tecnología nunca es neutral, está pensada y diseñada en relación con unas expectativas y unas prácticas determinadas»
«Dejar a un lado la suspicacia moral sobre ciertas aplicaciones y redes sociales para comenzar a fijarnos en el tipo de plataforma capitalista, patriarcal y colonial que las ampara»
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