Adri Humo (@humocefalo)

notas (2): los animales tienen cultura

Las representaciones de la fauna en los documentales repercuten directamente en la vivencia del género entre humanos, así como esta repercute en imagen que nos hacemos de La Naturaleza. No es nada desdeñable señalar que esta repercusión es solo posible porque nos vemos reflejados en los animales, como mínimo en los mamíferos. Quizás no somos tan distintos, por mucho que nos pensemos superiores por tener “cultura”, “razón”, o la “tecnología” con la que los filmamos.

En un documental sobre ciervos en celo explican que los machos berrean para atraer a las hembras. La voz en off dice “finalmente, la hembra elige al mejor”, como dando a entender que hay un berrido superior, un berrido ideal que debe provenir además de un macho ideal, superlativo. Como si el ciervo macho fuese un absoluto, una máquina infalible. Como si el mejor berrido solo dependiese de él. Como si la hembra no pudiera estar distraída en el momento del “berrido perfecto” y no escucharlo bien, o el viento no pudiese influir en su sonido, o el infalible macho no pudiera estar resfriado o desanimado esos días. No, claro que no, porque el macho verdadero es completamente antagónico a la contingencia, la circunstancia no es un obstáculo para él y lo falible es pasivo y manipulable, cosa que no es el macho.

Al escuchar eso de “el mejor” me pregunto: ¿no será, más bien, que ella elige al que más le gusta? Tendrá gustos, digo yo. Igual que los machos eligen o buscan a una hembra, no a “la hembra”, digo yo que ella también elegirá a quien le guste más, no al “mejor”. Igual ese de ahí, el que tiene la nariz con una manchita ligeramente rosada, la vuelve loca. O quizás está harta de todos el resto del año porque son pesadísimos y simplemente Pepito le parece más majo y tranquilo.

Intuyo además que la naturaleza, como concepto e imaginario cultural, es mujer y, por tanto, se la mira como a una mujer (estereotípicamente hablando, evidentemente): inferior, pasiva, controlable, definible por otro y no por sí misma. La mirada hacia ella es condescendiente y abusiva: piensa (o actúa como si lo pensase) que debería estar agradecida de que la miremos, de que penetremos en ella y dictemos cómo es, de que extraigamos y usemos su belleza, de que le demos un lugar en el mundo (que es nuestro).

Por supuesto, la naturaleza debe ser entendida de otra forma…

«Pero los seres humanos civilizados ignoran de una manera inquietante el hecho de que su entorno natural es una continuación de ellos mismos. Es tan necesario tener aire, agua, plantas, insectos, pájaros, peces y mamíferos como cerebro, corazón, pulmones y estómagos. Los primeros son sus órganos externos de la misma manera que los segundos son sus órganos internos. Entonces, si no se puede vivir tanto sin las cosas de afuera como sin las de dentro, la clara inferencia es que las palabras "yo" y "yo mismo” deben incluir ambos lados. El sol, la tierra y los bosques son tan parte de su propio cuerpo como lo es su cerebro. La erosión del suelo es una enfermedad tan personal como la lepra, y muchas "comunidades en crecimiento" son tan desastrosas como el cáncer». – Alan Watts.

No sé si me expreso tan bien como querría o si a alguien le parece bobo todo esto, pero me fascina fascinarme pensando el mundo, sus partes y su totalidad, y compartirlo. Aunque eso implique la posibilidad de equivocarme, de estar ciego. Estoy encantado de aprender y abrir los ojos las veces necesarias, que son infinitas (y qué bien).

PD: ¿No os parecen, por ejemplo, los rituales de cortejo un reflejo de una cultura, y no de un “impulso natural” en los animales? ¿o puede que “cultura” sea simplemente el nombre que le damos a nuestro particular “impulso natural”?


Orígenes de esta nota:

  • Documental sobre la berrea en La 2
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