Adri Humo (@humocefalo)

Puntos y líneas

El punto siempre es semilla ("."), es necesario el punto para engendrar algo nuevo.

Las semillas de las amapolas. El huevo. Una gota. El vértice. La huella. El silencio.
La noche y cada una de sus estrellas.
El vientre. Los ojos cerrados. Los ojos abiertos. Un beso. Un golpe. Algo que se rompe contra el suelo.
El punto como golpe y distinción. Saltar.
O el punto como entrada a lo otro.
La cueva. La pupila. El hoyo. La boca. El oído.
Las últimas frases y su punto liminal entre el aquí y el allá.
Un portal a la noche.

No llego a rascarme la espalda, me continúas con tu mano.

Somos un poro.

El paso es un punto, el caminar una línea.
Mientras, hay respiración. Inspirar y espirar. Dos líneas.
En el medio, algo.

Una transición, un entre. El punto es una transición infinitesimal y deslocalizada. Un punto en el cuerpo que se hincha y deshincha, que dibuja líneas excéntricas y concéntricas desde un punto que es el mutar mismo.
Yo te miro con mis dos puntos y mi mirada es una línea, y tú eres un punto que dibuja líneas con su vivir. Y te abrazo, y dibujamos un punto.

[¿Los puntos se dibujan? ¿cabe el dibujo como acción en algo tan pequeño, tan inmediato que cuando está deja de estar? La línea es un proceso que nunca está en su totalidad y cuando lo está es en su desaparición, pero el punto está y no está. Es el entre, exactamente.]

Y mientras, nos acariciamos la espalda, hacemos líneas que respiran con nosotros, que somos solo un punto.
Y cada frase es una línea y cada no-frase es, inevitablemente, un punto. Excepto esta última, cuyo punto eres tú, son tus ojos, tu mirar a otro lado, pensar en otra cosa

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